Exceso
Ese día me levanté y sentí tres brazos en vez de los dos de siempre. Intenté usarlo pero mi cerebro no sabía cómo enviar la señal de movimiento, y eso me ofuscó. Fue tan personal el fracaso que decidí agredir a mi mente con pensamientos de los más crueles, incluso pensé en crear un artefacto que vinculara ese brazo extra a uno de los funcionales para imitar los movimientos, pero no pude hacerlo.
Al caer la noche tuve la maravillosa idea de deshacerme de aquel brazo extra. Luego de mucho esfuerzo físico y enfocado en quitar el brazo, logré encontrar la tranquilidad mental que tanto buscaba. Y por ahora, sólo tengo el brazo izquierdo mientras el derecho está en el suelo, todavía sujetado a la sierra cubierta en sangre.